El 22 de marzo, Rusia celebraba tradicionalmente la fiesta de la primavera o el Día de la Urraca. No se nombra en honor a la urraca: el nombre implica que 40 pájaros vuelan desde el sur ese día. Especialmente entre todas estas aves, las alondras eran veneradas, por lo tanto, el segundo (y cronológicamente, el primer nombre) de la fiesta es Alondras.
"En las alondras, el día y la noche se comparan", dice un antiguo proverbio ruso. Según el nuevo estilo, el 22 de marzo es el día del equinoccio de primavera, el día en que 40 especies de diversas aves regresan de Iriya (un fabuloso país del sur) y las alondras llegan antes que nadie. Según los mitos antiguos, las llaves de Irius fueron guardadas inicialmente por el cuervo, pero ella enfureció a los dioses y las llaves fueron entregadas a la alondra. En este sentido, uno de los principales signos de la fiesta es la preparación de pájaros en miniatura y alondras a partir de masa de centeno. En los viejos tiempos, se horneaban para invocar la primavera. En algunas regiones, ciertamente se agregó aceite de cáñamo a la masa.
Se pusieron varias alondras cocidas en el alféizar de la ventana y se abrió la ventana, el resto se les dio a los niños, quienes las pusieron en palos o postes y salieron corriendo a la calle. Allí, los niños, riendo y saltando, cantaron vesnyanka, canciones rituales especiales para invocar la primavera. Luego se comieron los pájaros, dejando las cabezas para el ganado.
Además, con la ayuda de los pájaros horneados, adivinaban, poniendo varias cositas simbólicas en el proceso de cocción: quien reciba un anillo pronto se casará o se casará, quien reciba un centavo se hará rico, quien tenga un paño doblado, lo hará. tener un hijo, etc. Entre los hombres, el primer sembrador fue elegido de la misma manera: quien recibe el lote, esparce el primer puñado de grano. La conexión entre las alondras y el tema de la siembra no es accidental. El vuelo de esta ave parece extremadamente inusual. Primero, se eleva y luego cae como una piedra. Por eso, la gente decía: "la alondra ara el cielo".
Con el advenimiento del cristianismo, la fiesta de la Alondra no desapareció, sino que cambió y recibió su segundo nombre: el Día de la Urraca. También se ha conservado la tradición de asar pájaros y el dicho "La alondra trajo cuarenta pájaros". Surgió una nueva costumbre: hornear cuarenta bolas de centeno o harina de avena y tirarlas una a una por la ventana cada nuevo día.