La Celebración del Cielo en China también se llama Día de Adoración al santo patrón de los gusanos e insectos. Se celebra anualmente el sexto día del sexto mes lunar. Celebrar el cielo es una de las antiguas tradiciones chinas que ha sobrevivido hasta nuestros días.
La celebración del cielo es una fiesta numerológicamente significativa, ya que está directamente relacionada con el número 6. En la astrología oriental, este número simboliza los elementos de la tierra, trabajo duro pero fructífero de un campesino, la prosperidad y la felicidad. Además, como el culto al cielo ha sido el principal en China durante muchos siglos, el número 6 se considera central en la numerología oriental.
En el día de la Celebración del Cielo, los chinos rezan a los dioses para que no envíen insectos dañinos que destruyen los cultivos y dañan a las personas y las mascotas. Para deshacerse de las plagas, los chinos en este día por la mañana durante varias horas limpian a fondo sus casas, graneros y cuartos de servicio, lavan la ropa, fumigan todas las cosas con incienso especial, lavan a sus mascotas y se bañan. Se cree que esto ayudará a exterminar insectos dañinos o expulsarlos de la casa.
Al mismo tiempo, el día de la Celebración del Cielo, los chinos piden a los dioses insectos benéficos para generarles más ingresos. Esto es especialmente cierto para los gusanos de seda. Para apoyar sus oraciones, las personas decoran sus hogares con una variedad de productos hechos de seda. Se cree que hacen que la oración sea mucho más eficaz. Para ganarse el favor de los dioses, los chinos también hacen sacrificios simbólicos. En particular, queman papel e incienso especial.
Tradicionalmente, en este día, después de una limpieza a fondo, toda la familia se reúne a la mesa. Se lleva a cabo una cena ritual especial, durante la cual se sirven bolas de masa preparadas según una receta especial. Los ricos también sacrifican ganado y preparan carne fresca para el almuerzo. Es importante tener en cuenta que matar animales no es un sacrificio, ya que los chinos creen que el Dios del Cielo, el más venerado de todos los dioses de este país, es misericordioso y no requiere sangre.