El 11 de septiembre se llama popularmente Iván Cuaresma. Este es el único día del año en que las prohibiciones y las tentaciones convergen al mismo tiempo. En la Iglesia Ortodoxa, el 11 de septiembre está asociado con el nombre de Juan el Bautista.
Juan el Bautista
Juan el Bautista es el último de los profetas del Antiguo Testamento que predijo el Nuevo Testamento con su vida y sermones. Fue llamado el Precursor, o el que mostraba el camino del Mesías.
Los atributos de Juan el Bautista eran una cruz de caña, un bastón con un estandarte en el que estaba escrito en latín "He aquí el Cordero de Dios", una copa bautismal y un cordero.
El padre de Juan el Bautista, el sacerdote Zacarías, se quedó mudo como castigo por no creerle al ángel, quien anunció que su esposa Isabel, que había salido de la edad fértil, daría a luz a un niño extraordinario, que debería llamarse Juan..
Según los textos apócrifos y las leyendas populares, María permaneció con Isabel hasta que dio a luz a un hijo.
Isabel, que estaba embarazada, recibió la visita de su prima María, quien también llevaba un niño maravilloso en su corazón.
La vida espiritual de Juan el Bautista estuvo predeterminada por su extraordinario nacimiento y educación religiosa desde la niñez. Llevó una vida dura en el desierto y fue retratado descalzo, acompañado de animales salvajes.
Decapitación de Juan el Bautista
El 11 de septiembre es una de las grandes fiestas de la iglesia: el día de la memoria de Juan el Bautista, cuando todo el mundo ortodoxo llora su trágica muerte.
Los evangelios cuentan la historia de que Juan, que bautizó a Jesús y a muchos judíos en el río Jordán, denunció al gobernante de Galilea Herodes Antipas, por lo que fue arrestado y, a instancias de la esposa de Herodes, Herodías, fue ejecutado.
Esta leyenda se basa en hechos reales. El historiador antiguo Flavio, que vivió en el siglo I, menciona al predicador Juan, que fue ejecutado por Herodes.
La Biblia no menciona el nombre de la hijastra de Herodes. Solo en fuentes posteriores se la llama Salomé.
El gobernante de Galilea, Herodes, celebró una fiesta con motivo de su cumpleaños. El "plato" principal de esta fiesta fue el baile sensual y descarado de Salomé, hija de Herodías, cruel y hermosa como su madre. A Herodes le gustó tanto el baile que juró cumplir cualquier capricho de Salomé. Y ella, por instigación de Herodías, que odiaba a Juan el Bautista, exigió la cabeza del profeta presentada en una bandeja. Herodes no se atrevió a romper su promesa a los invitados. Y presentó la cabeza de Juan a su hijastra, la cual Herodías inmediatamente arrojó al barro, y el cuerpo del profeta fue robado por sus discípulos y enterrado en la ciudad de Sebastia.
En este día, se supone que se debe observar un ayuno estricto. La Iglesia prohíbe comer carne y pescado, por lo que la fiesta de la Iglesia de la Decapitación de Juan Bautista es más conocida entre los creyentes como "Juan la Cuaresma". Además, el 11 de septiembre es necesario abandonar el entretenimiento, ya que el entretenimiento simboliza la fiesta que resultó en la muerte del profeta.